Title: Allegro con br
1Allegro con brío ANTONIO GARRIGUES WALKER
Jurista
2(No Transcript)
3Un buen análisis de la situación actual Allegro
con brío ANTONIO GARRIGUES WALKER Jurista Sábado
, 16-01-10 Para salir de situaciones difíciles
de cualquier carácter es preciso contar con la
opinión de profesionales y expertos en la materia
de que se trate. Pero no basta con ello. Hay
otros factores a tener en cuenta. El más decisivo
-conviene recordarlo porque se olvida con
frecuencia-, es el factor psicológico. Cuando un
equipo deportivo viene obteniendo malos
resultados no basta con insistir en
planteamientos teóricos, ni esquemas
estratégicos, por más correctos y válidos que
sean. Además de las lecciones de pizarra hace
falta que alguien -casi siempre es un nuevo
entrenador- convenza a sus jugadores, tocándoles
-como se dice- la fibra moral, de que las cosas
pueden cambiar, de que de hecho van a cambiar y
de que son ellos los que van a cambiarlas jugando
con más garra, más ánimo, más determinación y,
sobre todo, más convicción en la victoria.
4En el caso de una crisis económica como la que
estamos viviendo, las políticas de orden
financiero, fiscal, laboral y otras similares,
cumplen sin duda un papel importante. Pero aún
cuando fueran perfectas, no podrían cambiar, solo
por sí mismas, el signo o la deriva de la
situación. También en este caso es preciso añadir
a las medidas técnicas, otras medidas que generen
en la ciudadanía un clima mucho más animoso,
mucho más esperanzado, del que vivimos en estos
momentos. Ese clima es el ingrediente esencial de
cualquier política que pretenda sacarnos de la
crisis.
Cómo lograrlo? Las élites cumplen aquí un papel
decisivo. Su ejemplo influye grandemente tanto en
sentido negativo como positivo. Y es ahí donde,
en estos momentos, nuestra capacidad de mejora es
casi absoluta. Se puede afirmar, con el debido
respeto pero con toda tranquilidad intelectual,
que nuestros líderes o nuestros dirigentes no
están, ni tienen la intención de estar, a la
altura de las circunstancias. Son de hecho los
grandes responsables del exceso de males que
padecemos.
5Entre unos y otros, trabajando a veces en equipo,
han logrado aumentar el grado de incertidumbre,
de inseguridad y de inquietud hasta tal punto que
se hace muy difícil, casi imposible mirar al
futuro con un mínimo de confianza. Hasta las
cifras de crecimiento del ahorro lo confirman!.
La culpa original de todo ello -lo he reiterado
muchas veces- la tienen unos partidos políticos
-especial pero no exclusivamente los
mayoritarios- que han decidido que la
confrontación pura y dura les conviene mucho más,
para sus intereses electorales, que el pacto o el
consenso y eso prevalece sobre cualquier otro
interés, incluyendo el interés nacional. Su único
objetivo, su única táctica, su única idea, es
radicalizar todas las situaciones, sean
sustanciales o anecdóticas, y tensarlas con ciega
pasión ad infinitum, una tarea realmente
perversa en la que los medios de comunicación
-eso también hay que decirlo- colaboran
decisivamente. A veces superan a los propios
partidos en eficacia o incluso, sin más, los
suplantan y les obligan a tomar determinadas
posiciones. Si alguien o algo no lo remedia este
género de confrontación absoluta se va a mantener
vivo y creciente hasta las próximas elecciones.
Aterra pensarlo. Es un castigo que, ciertamente,
no nos merecemos.
6Por eso, al colocar al estamento político como
una de sus preocupaciones más serias -la tercera
preocupación después de la crisis económica y el
paro- la ciudadanía está denunciando, a voz en
grito, a un estamento a quien parece traerle sin
cuidado perder su credibilidad a marchas
forzadas. Por regla general los políticos ignoran
o desprecian estas encuestas y cuando se les
inquiere sobre el tema suelen reaccionar con
hábil sarcasmo. Pero no es éste un tema para el
humor y sobre todo no es un tema menor. De ello
depende la calidad de nuestra democracia. El
sistema democrático se perjudica y se deteriora
si la imagen de los políticos y los partidos
políticos se relaciona -y eso es lo que está
sucediendo- con la corrupción, la falta de
principios, el tacticismo, la ineficacia, la
doble moral y otros males. Se debe añadir de
inmediato, e incluso asegurar, -yo lo aseguro-
que esta imagen no corresponde a la realidad, que
la situación, aún siendo negativa, no es ni mucho
menos tan desoladora, pero entonces habrá que
hacer algo, y habrá que hacerlo pronto y bien,
para que la sociedad comprenda con toda claridad
el papel necesario e insustituible del estamento
político en un régimen democrático.
7No es tarea imposible ni difícil. Pero hay que
hacerla. La otra alternativa sería la de
resignarse a una progresiva italianización del
sistema. No es un peligro teórico, ni remoto.
Convengamos en cualquier caso que la
radicalización política dificulta seriamente la
salida de la crisis y complica al máximo la
convivencia en el país. Hemos renunciado, por de
pronto, al diálogo. No sólo al diálogo político,
sino al diálogo en todas sus manifestaciones. La
sociedad en su conjunto se ha ido radicalizando
de una forma inquietante. A veces se tiene la
sensación de que estamos regresando a la más
vieja y antigua hemiplejia derecha/izquierda, con
toda su intensidad demagógica, con expresiones
cada vez más frecuentes de odio visceral y un
componente religioso a flor de piel. Hemos
olvidado, una vez más, que la democracia es un
sistema cuyo objetivo básico es el de facilitar
la convivencia, no en el acuerdo, que sería cosa
de poco mérito, sino justamente en el desacuerdo,
-que es lo que suele haber- y esa convivencia es
precisamente fruto de un diálogo en el que hay
que aceptar, como principio rector que no podemos
tener -porque nunca se puede tener- toda la razón
8y que siempre se pueden buscar soluciones
aceptables o, como mínimo, tolerables para todos.
Se aplica incluso a los llamados temas límite,
como la interrupción del embarazo, y la
eutanasia, que se han convertido, sin razón
alguna, en temas de enfrentamiento extremo entre
católicos y laicos, entre progresistas y
conservadores, cuando desde cualquiera de esas
posiciones se puede defender, -y de hecho se
defienden- soluciones iguales, ya que son
problemas donde juegan un papel idéntico la ética
religiosa y la ética civil.
No podemos seguir por estos derroteros. Tenemos
que recuperar la capacidad de diálogo. Sin
diálogo social, sin diálogo político, sin diálogo
económico, sin diálogo sobre la justicia y la
educación, sin diálogo sobre la estructura del
Estado, sin diálogo sobre ninguno de los temas
que requieren diálogo, saldremos también de la
crisis, pero vamos a complicarnos la vida en
exceso dejando heridas sobre la piel de la
sociedad muy innecesarias. No debemos permitir
que la escena pública la abarroten y la controlen
los farsantes, los oportunistas, los que trafican
con la basura humana (cómo podemos soportar
tanta?), y los ignorantes.
9La ciudadanía debe ponerse en pie ya. No podemos
presumir todavía de una sociedad civil
estructurada y comprometida, pero contamos con un
número más que suficiente de asociaciones,
fundaciones y grupos organizados y sistemas de
comunicación en Internet, capaces, en primer
término, de exigir y aportar objetividad y
decencia intelectual en todos los debates
capaces, también, de ejercer la denuncia y la
crítica de nuestros dirigentes y capaces, por
fin, de crear ese clima más esperanzado y más
positivo que es lo que una gran mayoría del
pueblo español reclama y necesita. Asumamos el
liderazgo vacante y acabemos de una vez con esta
tristería generalizada. Hemos hecho cosas muy
importantes y las vamos a seguir haciendo. La
partitura de la mayor crisis de nuestra historia
-con el drama del paro como personaje principal-
demanda en este tempo histórico un allegro con
brío.