Title: SALMO 109
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3El núcleo de este Salmo real está constituido
por un oráculo del Señor, que proclama los
privilegios concedidos a los reyes davídicos en
el día de su entronización. Este oráculo se
articula en tres partes, introducidas y ampliadas
por la palabra del salmista. El primer
privilegio del rey es el de ser lugarteniente del
Señor y partícipe de su soberanía (vs. 1-2).
El segundo radica en su filiación divina, fundada
en una adopción por parte de Dios (v. 3). El
tercero es su condición de sacerdote a la manera
de Melquisedec (v. 4), el antiguo rey de
Jerusalén y sacerdote de Dios, el Altísimo (Gn.
14. 18). Con el transcurso del tiempo -sobre
todo después del exilio- este Salmo sirvió para
alentar la esperanza mesiánica de Israel. En este
mismo sentido lo utiliza el Nuevo Testamento,
citándolo repetidamente como un testimonio
profético de la dignidad mesiánica de Jesús, el
Rey y Sacerdote de la Nueva Alianza.
41. CON ISRAEL
Es un salmo-real la escena se desarrolla en la
"sala del Trono" del palacio real de Jerusalén,
que se eleva a la "derecha" del Templo cuando uno
mira hacia el Oriente. Después de la ceremonia
religiosa (la Unción) que tiene lugar en el
Templo, viene la entronización mediante un ritual
preciso, como el de cualquier corte Oriental En
nombre de Dios, un profeta invita al nuevo rey a
"sentarse en su trono"...
2. CON JESÚS
Jesús citó este salmo, en una controversia que
tuvo con los fariseos Cuál es vuestra opinión
sobre el Mesías? De quién es hijo? Ellos
respondieron de David. Jesús replicó Cómo pues
David inspirado por el Espíritu Santo lo llama
Señor, diciendo dijo el Señor a mi Señor
siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus
enemigos por escabel de tus pies? "Si David lo
llama señor, cómo puede ser su hijo?" De esta
manera "Jesús subrayó el carácter misterioso de
su origen" Y sugirió que El era el Mesías
esperado.
3. CON NUESTRO TIEMPO
Jesús. mi rey. No un rey en el palacio de Louvre
o de Versalles sino en mi corazón y en mi
vida."Mi rey", no reina como los demás reyes de
la tierra. No "domina" (Mateo 20, 25) haciendo
"pesar su poder", sino haciéndose el "servidor"
"el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a
servir, y dar su vida" Quiero que reine en cada
minuto de mi vida que sea el rey de mi espíritu,
de mi trabajo, de mi corazón...
5Oráculo del Señor a mi Señor "siéntate a mi
derecha,y haré de tus enemigos estrado de tus
pies".Desde Sión extenderá el Señor el poder de
tu cetrosomete en la batalla a tus enemigos.
6"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora".
7El Señor lo ha jurado y no se arrepiente"Tú
eres sacerdote eterno,según el rito de
Melquisedec".
8El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes. En su camino beberá del
torrente, por eso, levantará la cabeza.
9Este es mi salmo, Señor, tu bendición especial
para mí, tu recordatorio del día en que mis manos
fueron ungidas con óleo sagrado para que yo
pudiera bendecir a los hombres en tu nombre. Tu
promesa, tu elección, tu consagración. Tu palabra
empeñada por mí en prenda sagrada de tu
compromiso eterno El Señor lo ha jurado y no se
arrepiente Tú eres sacerdote eterno según el
rito de Melquisedec.
Mi sacerdocio es tan misterioso como el personaje
de Melquisedec. Nunca llego a agotar el fondo de
su significado. Miro mis manos y me asombro de
cómo pueden perdonar pecados, bendecir a los
niños y hacer bajar el cielo a los altares de la
tierra. La misma grandeza de mi vocación me trae
dudas de mi propia identidad y crisis de
inferioridad. Cómo puede la pequeñez de mi ser
albergar la majestad de tu presencia? Cómo puede
mi debilidad responder a la confianza que has
puesto en mí? Cómo puedo perseverar frente a
peligros que amenazan mi integridad y minan mis
convicciones?
La respuesta es tu palabra, tu promesa, tu
juramento. Has jurado, y dices que no te
arrepentirás. No cambiarás tus planes sobre mí.
No me despedirás. No permitirás que tampoco yo
rompa por mi parte el vínculo sagrado. Y yo no
quiero que lo permitas. Quiero que tu juramento
permanezca firme, para que la firmeza de tu
palabra afiance la movilidad de mi corazón.
Confío en ti, Señor. Confío en la confianza que
tienes en mí. Y que nunca traicione yo esa
confianza.
Que no te arrepientas jamás de haberme ungido,
Señor. Y que yo tampoco me arrepienta. Que tu
palabra sagrada me acompañe todos los días de mi
vida Eres sacerdote para siempre.
10Señor Jesucristo, hijo de David, tú que, después
de haber sometido en la gran batalla de tu pasión
a todos tus enemigos, has resucitado y estás
sentado a la derecha del Padre como rey vencedor
y sacerdote eterno, intercede siempre por
nosotros, para que un día, hechos semejantes a
ti, podamos poner también nosotros como estrado
de nuestros pies a nuestros enemigos, el pecado y
la muerte. Tú, que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén