POBREZA y G

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POBREZA y GÉNERO
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Para el año 1999, el índice de feminidad de la
pobreza en las zonas urbanas y para las mujeres
entre 20 y 59 años tiene valores sobre 100 en
todos los países de la región evidenciándose en
forma más intensa en estas edades la
vulnerabilidad femenina frente a la pobreza.
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El análisis de la pobreza desde la perspectiva de
género reconoce la importancia de la autonomía
económica de las personas, es decir, su capacidad
para generar ingresos y decidir sobre el destino
de los mismos. Para 1999 se observa en el área
urbana que casi un 45 de las mujeres mayores de
15 años no tienen ingresos propios mientras que
sólo el 21 de los hombres se encuentran en esta
situación
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Para las zonas urbanas, alrededor del año 1999,
muestra que del total de hogares encabezados por
mujeres, la proporción de éstos en situación de
indigencia es superior a la que existe en los
hogares con jefatura masculina.
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Para el promedio regional urbano en 1999 se
observa que en los hogares con jefatura femenina
el 90 de éstas no tienen cónyuge, mientras que
en los hogares con jefatura masculina la
situación es inversa, cerca del 88 de ellos sí
tienen cónyuge
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(No Transcript)
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El trabajo doméstico no remunerado imprescindible
para la sobrevivencia de los hogares se encuentra
casi totalmente en manos de las mujeres, tanto en
las áreas rurales como en las urbanas
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En 1999 cerca del 46 de las cónyuges tenían como
principal actividad los quehaceres del hogar
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Las tasas de participación de las mujeres de
hogares pobres - aunque son mucho menores que la
de las no pobres van en aumento, observándose
que la condición de pobreza es más relevante que
para los hombres en cuanto a su acceso al mercado
laboral.
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La segmentación ocupacional entre 1990 y 1999 se
ha mantenido casi sin modificaciones, con un leve
descenso entre las ocupadas en el servicio
doméstico y en los servicios personales, así como
un ligero aumento en la agricultura y en el
comercio.
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Entre 1990 y 1999, la brecha de género en
sectores de baja productividad se ha reducido en
solo 3 puntos porcentuales, y esto debido
principalmente al empeoramiento de la inserción
laboral masculina que ha pasado del 42 al 45
mientras que la de las mujeres se ha mantenido
estable.
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Alrededor de 1999, en las zonas urbanas en 11 de
12 países se presenta un mayor porcentaje de
mujeres ocupadas en los sectores de baja
productividad
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El ingreso que perciben las mujeres ocupadas en
los sectores de baja productividad es
significativamente inferior al ingreso masculino.
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Cuando las mujeres trabajan, lo hacen
independientemente del número de menores que
vivan en el hogar, tanto para las mujeres
insertas en hogares pobres como para aquellas que
están en hogares no pobres. Pero esto no sucede
al mirar el comportamiento masculino, ya que en
este caso se observa que la tasa de participación
de los hombres aumenta significativamente a
medida que aumenta el número de menores, o sea
cuando la tasa de dependencia es mayor, algo que
sugiere la vigencia de su papel de proveedor al
interior de los hogares
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Un análisis de los hogares muestra la desigual
distribución del trabajo al interior de la
familia. Con relación a la distribución del
tiempo, estudios de caso confirman que las
mujeres gastan más tiempo en actividades no
remuneradas que los hombres, lo que indica que
ellas tienen días más largos de trabajo que van
en detrimento de sus niveles de salud, nutrición,
participación ciudadana y recreación.
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El aporte de las mujeres al total de ingresos del
hogar, particularmente de los pobres, es
especialmente significativo debido al impacto
positivo que éste tiene en la reducción de la
pobreza
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Las mayores brechas se presentan especialmente
entre las más educadas, es así como en el
promedio de países la remuneración/hora de las
mujeres es de alrededor un 71 de la masculina
Así se puede concluir que la educación para las
mujeres no tiene el mismo retorno que para los
hombres, es decir no se traduce en igualdad de
ingresos para los mismos años invertidos en
educación
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La situación de las mujeres en edades superiores
a 65 años resume la serie de inequidades en el
mercado de trabajo y la obligatoriedad social que
tienen por cumplir las tareas no remuneradas en
la familia. Datos disponibles para 11 países
muestran que el porcentaje de perceptores de
ingresos entre las mujeres es inferior al de los
hombres en todos los países
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..y que la relación de ingresos no supera el 75
en el tramo de 65 a 69 años
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En el plano del poder político, la información
disponible muestra para América Latina una lenta
y muy volátil evolución de la participación de
las mujeres tanto en puestos electivos como en
aquellos de decisión política. Sólo los países
donde rige una cuota obligatoria han mostrado
progresos significativos.