Title: A1262697378QDghc
1Un Rayo de Sol Salesiano
2Cooperadora Salesiana
3Una vez hace muchos años, existió una alegre,
dulce y bromista niñita portuguesa, vivía en
un pequeño pueblo del noroeste de Portugal, un
pueblo lleno de sol, de viñas y de verdes
praderas que baña un río murmurador, tan
alegre como la niñita campesina.
Esta niña se llamaba Alejandrina María da Costa,
nació el 30 de marzo de 1904, en la feligresía de
Balasar, distrito de Braga, en el hermoso
Portugal.
Desde su nacimiento su vida está ligada a nuestro
dulce Jesús, a Jesús Eucaristía, a Jesús
Sacramentado. Alejandrina nace un Jueves Santo,
día en que conmemoramos la Institución de la
Eucaristía.
4Le gustaba hacerle bromas a su hermana Deolinda,
de naturaleza más tranquila, se levantaba antes
que la hermana y aseguraba la puerta para que
Deolinda no pudiese abrirla.
Sintiéndose amada y consentida por la hermana,
deja caer una cesta con ropa y se pone a gritar
para hacerle creer que se pegó en la mano la
pobre hermana, llena de susto, corre presurosa a
socorrerla, temiendo que se hubiera quedado con
un dedo cortado... y la recibe la pequeñina con
una carcajada...
5Era una niña tan inquieta que no paraba en todo
el día, ayudaba en los quehaceres del hogar,
cortaba y guardaba la leña, iba al río a lavar
la ropa, pues era limpia como un rayo de sol. Le
gustaba subirse a los árboles y correr por los
campos, cruzaba corriendo los arroyos, resbalaba
en las piedras, alegría de vivir! alegría de
amar! correr, saltar, siempre en movimiento, nada
podía detenerla...
Alejandrina era traviesa y vanidosa, pero bajo la
acción de la gracia y de su esfuerzo personal,
fue transformandolos en dos virtudes que
brillaron en su vida
fortaleza de espíritu y nobleza de actitudes.
6La fortaleza de carácter y la nobleza de
actitudes le permitió convertir esa vanidad
infantil en virtudes que brillaban en ella,
igual que sus vestidos siempre limpios y
remendados, eran pobres, pero brillaban más que
el sol!... Ella nos dice "Yo no me convenzo de
que el Niño Jesús estuviera mal vestido ni sucio
con una Madre como Nuestra Señora. Yo siempre
quise hacerme santa, pero sería para mi un gran
sacrificio si tuviese que ir por el camino con
falta de limpieza. Pero el Señor, me parece, no
quiere la falta de limpieza ni en el alma ni en
el cuerpo pobres sí, sucios no".
7Comenzó a trabajar en el campo, pues gozaba de
una constitución robusta podía compararse con
los hombres y ganaba lo mismo que ellos.
La suya no fue una niñez muy movida dotada de
un temperamento feliz y comunicativo, era muy
querida por sus compañeras. Pero a los doce años
cayó enferma una grave infección (tal vez una
fiebre intestinal tifoidea) la puso a un paso de
la muerte. Superó el peligro, pero su físico
quedará marcado para siempre por este episodio.
Fue a la edad de catorce años cuando sucedió un
hecho decisivo para su vida. Era el Sábado Santo
de 1918.
8Aquel día, ella, su hermana Deolinda y una
muchacha aprendiz, estaban ocupadas en su
trabajo de costura, cuando se dieron cuenta de
que tres hombres intentaban entrar en su
habitación. A pesar de que las puertas estaban
cerradas, los tres lograron forzarlas y
entraron.
Alexandrina, para salvar su pureza amenazada, no
dudó en tirarse por la ventana, desde una altura
de cuatro metros. Las consecuencias fueron
terribles, aunque no inmediatas. En efecto, las
diversas visitas médicas a las que tuvo que
someterse diagnosticaron sucesivamente, cada vez
con mayor claridad, un hecho irreversible.
9A los 19 años Alejandrina queda paralizada para
siempre. Al principio hizo promesas a Dios para
obtener su curación... Pero al pasar el tiempo
Alejandrina aceptó su destino con profundo amor
a Dios, entregándose sin reservas a su
Voluntad.
Después comenzó a pedir el amor al sufrimiento.
El Señor escuchó esta súplica de forma tal que
Alejandrina experimentaba verdadera alegría
cuando tenía dolores que ofrecer a Jesús, con el
fin de consolarlo y salvar almas para Él. Tuvo
este don en tal abundancia que "hoy -escribe- no
cambiaría el sufrimiento por todo cuanto hay en
el mundo".
10Alejandrina se da cuenta después de tantas
oraciones que no obtenía su salud, así fueron
muriendo en ella los deseos de sanar, y siente
crecer el ansia de amar el dolor y de pensar
solamente en Dios. Alejandrina, la joven que
quería dar su vida a Dios en las Misiones,
aunque paralizada en el cuerpo, no quedó inmóvil
entre las cuatro paredes de su cuarto, corrió
deprisa y bien lejos a salvar las almas, con sus
dolores terribles, causados por la enfermedad,
por pruebas de distintas causas y por las
mortificaciones que se imponía.
Su Director encontró escrito por Alejandrina un
bello canto a la Santísima Virgen
11"Oh Suave Melodía (María Santísima), consuelo
de los pecadores, lleva mi alma a Jesús. Oh
Virgen bendita, sé gracia, sé alivio, eres mi
Madre y Madre de Jesús. Oh mi amada Madre del
Cielo, presenta a nuestro Jesús en sus Sagrarios
mis oraciones y convierte más eficaces mis
pedidos. Oh Refugio de los pecadores, dile a
Jesús que quiero ser santa".
12Jesús la va guiando hacia su misión en la
tierra
"Amar, Sufrir, Reparar".
Jesús le pide una inmolación absoluta vivir
solamente de la Eucaristía, dejando de comer y
beber por trece años y cuatro meses hasta su
muerte.
En todo ese tiempo Jesús le habla todos los
viernes de 12 a 3 de la tarde en un éxtasis de
amor. Jesús se queja del abandono de los hombres,
de los pecados que cometen contra la sagrada
Eucaristía, de los pecados que cometen contra su
Madre Santísima le pide que busque almas que
hagan lo que ella hace y dediquen su vida a la
reparación eucarística. Le pide que el Santo
Padre consagre el mundo al Inmaculado Corazón de
María, lo que hace el Papa Pío XII en 1942.
13Alejandrina encuentra el consuelo y apoyo de su
vida mártir en su Director Espiritual, un
Salesiano, el Padre Humberto Pasquale, que
comprende el tesoro espiritual que se encierra
en Alejandrina. En 1944 se inscribe en la
Asociación de Cooperadores Salesianos, llenando
la vida de Alejandrina de amor, paz y apoyo
irrestricto en los Salesianos, a los que les
dedica tiernos pensamientos y les pide ayuda para
atender las peticiones de los peregrinos que la
visitan al final de su vida. Cientos y cientos
cada día.
14El diploma de Cooperadora, dado a Alejandrina el
año de 1944, y que ella quiso colocar en un lugar
donde estuviera siempre bajo su mirada, le fue
dado con el fin de que pudiera gozar de todas las
indulgencias y con su dolor y
su oración colaborara, unida a los Salesianos, en
la salvación de las almas, sobre todo de los
jóvenes y para que rezara y sufriera por la
santificación de los Cooperadores de todo el
mundo.
Alejandrina le dice a su Director Salesiano
15"Siento una gran unión con los Salesianos y con
los Cooperadores del mundo entero. Cuando miro
mi diploma de cooperadora ofrezco mis
sufrimientos para la salvación de la juventud.
Amo a la Congregación, los amo mucho y nunca
los olvidaré ni en la tierra ni en el Cielo".
A las ocho y veinte de la noche del 13 de octubre
de 1955, aquel corazón que había palpitado
solamente para amar, dejó de latir para siempre,
quemado por el Amor, alzó el vuelo hasta su Señor.
Alejandrina dejó un sello sobre su vida terrena y
sobre su sepulcro
16"Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo pueden
servirles para salvarse, aproxímense, pasen
sobre ellas, písenlas hasta que desaparezcan,
pero no pequen más, no ofendan más a nuestro
Jesús! Pecadores, quisiera decirles tantas
cosas! No me alcanzaría este cementerio para
escribir todas! Conviértanse! No ofendan más a
Jesús, no quieran perderlo eternamente! Él es
tan bueno! Basta de pecar! Ámenlo! Ámenlo!
17Esta campesina linda y buena, supo aceptar la
vida que le iba entregando el Señor,
convirtiéndose en una de las almas más bellas
que hayan existido en la tierra. Es nuestra
Beata, es Salesiana, prometió no olvidarse de
nosotros ni en la tierra ni en el Cielo.
Pidámosle que interceda por nosotros. Imitemos
su amor a Jesús Sacramentado y a la Santísima
Virgen Auxiliadora. No nos olvidemos nosotros
nunca de ella.
Basado en el escrito de Yolanda Astrid
Avilés Cooperadora Salesiana Presentación ppt
Rudy Domínguez M. Salesiano Cooperador
18"La santificación es un don y un desafío, de
ahí, el indispensable recurso a la
mortificación, o sea a la muerte de todo lo que
cierra nuestro ser al don todo cuanto en
nosotros pone a Dios en un segundo puesto, no
merece cuidado ni atención".
Esta exhortación de nuestro Rector Mayor
invitándonos a ser santos, la cumplió
cabalmente y en todo momento de su vida la Beata
Alejandrina María da Costa.
Beatificada por Juan Pablo II el 25 de Abril del
2004. Su festividad la conmemoremos el 13 de
octubre.