Title: LA GRAN LUCHA
1LA GRAN LUCHA
PAN NUESTRO - 160
2Porque no tenemos que luchar contra la carne y
la sangre, sino contra los principios, contra las
potestades, contra los príncipes de las tinieblas
de este siglo, contra las huestes espirituales de
la maldad, en los lugares celestiales.
Pablo. (Efesios, 612)
3Según nuestras afirmaciones reiteradas, la gran
lucha no reside en el combate con la sangre y la
carne, propiamente, sino con nuestras
disposiciones espirituales inferiores.
4Pablo de Tarso actuó divinamente inspirado,
cuando escribió su recomendación a los compañeros
de Éfeso.
5El silencioso e incesante conflicto entre los
discípulos sinceros y las fuerzas de la sombra
está vinculado en nuestra propia naturaleza, por
cuanto nos hacíamos cómplices abiertamente con el
mal en un pasado remoto.
6Hemos sido declarados participantes de las
acciones delictivas en los lugares celestiales.
Y, aun hoy, entre los fluidos condensados de la
carne o en las esferas que le son próximas,
actuamos en el servicio de auto-restauración en
pleno paraíso.
7La Tierra es, igualmente, un sublime escalón del
Cielo. Cuando alguien se reporta a los ángeles
caídos, los oyentes humanos guardan
inmediatamente la impresión de un palacio
soberbio y misterioso, de donde se expulsan a
criaturas sabias y luminosas.
8No se verifica lo mismo, cuando un hombre culto
se entrega al asesinato, al frente de una
universidad o de un templo?
9Generalmente el observador terrestre relaciona el
crimen, pero sin detenerse, en el examen del
lugar sagrado y venerable en el que se consumó.
La gran lucha a la que el Apóstol se refiere,
prosigue sin descanso.
10Las ciudades y las edificaciones humanas son
zonas celestiales. Ni ellas ni las células
orgánicas que nos sirven, constituyen los
poderosos enemigos y, sí, las huestes
espirituales de la maldad, con las cuales nos
sintonizamos a través de los puntos inferiores
que conservamos desesperadamente
11con nosotros, vastas agrupaciones de seres y
pensamientos sombríos que oscurecen la visión
humana, y que operan con sutileza, para no perder
a los activos compañeros de ayer.