Title: Diapositiva 1
1La oración del Señor
El Padrenuestro
2Jesús nos enseñó esta insustituible
oración cristiana el Padre nuestro. Un día
que uno de sus discípulos, al verle o- rar, le
rogó Maestro, enséñanos a orar! La tradición
de la Igle- sia utiliza el texto de Mateo en el
capítulo 6.
3El Padrenuestro es el re- sumen de todo el
Evan- gelio. Es la más perfecta de todas las
oraciones. Situada en el centro del Sermón de
la Montaña. Recoge en forma de ora- ción el
contendio esen- cial del Evangelio.
4Al Padrenuestro se le llama Oración
Domi- nical. Esto es, la Oración
del Señor. Nos la enseñó el mismo Jesús,
nuestro Señor.
5El Padrenuestro es la oración por excelen- cia de
la Iglesia. Es entregada en el Bautismo para
mani festar el nacimiento nuevo a la vida
divina de los hijos de Dios. La Eucaristía
revela el sentido pleno del Padrenuestro. Sus
peticiones serán atendidas en la Según- da Venida
del Señor. Es parte integrante de la Liturgia de
las Horas.
6PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS
CIELOS
Nos acercamos al Padre con plena
confianza. Porque Jesús nos introduce en su
presencia. Su Espíritu hace de nosotros hijos de
Dios. Por eso podemos rezar el Padrenuestro
con confianza sencilla y filial. Con gozosa
seguridad y humilde audacia, con la certeza de
ser amados y escuchados.
7Podemos invocar a Dios como Padre, porque el
Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha
reve- lado. Su Espíritu nos lo hace conocer. La
invocación del Padre nos hace entrar en
su misterio con asombro siempre nuevo. Despierta
en nosotros el deseo de un com- portamiento
filial.
8Nuestro implica una relación con Dios
total- mente nueva. Oramos al Padre y lo
a- doramos y glorificamos con el Hijo y el
Espíritu Santo. En Cristo, nosotros so- mos su
pueblo y Él es nuestro Dios, ahora y por siempre.
9Decimos, Padre nuestro, porque la Iglesia de
Cristo es la comunión de una multitud
de hermanos. Que tienen un solo corazón y una
sola alma ( Hechos 4, 32 ).
10El Padrenuestro es un bien común de los
bau- tizados. Urgente llamada a o- rar por la
unidad de sus discípulos. Es orar con todos
los hombres y en favor de toda la humanidad. A
fin de que todos conoz- can al Dios verdadero
y se reúnan en la unidad.
11La expresión bíblica cie- lo no indica un lugar
sino un modo de ser. Dios está más allá y por
en- cima de todo. La expresión designa la
majestad, la santidad de Dios.
Su presencia en el corazón de los justos.
12El cielo, o la casa del Padre, constituye
la verdadera patria hacia la que tendemos en la
esperanza, mientras nos encontra- mos aún en la
tierra. Vivimos ya en esta patria, donde
nuestra vida está oculta con Cristo en Dios
13La oración del Señor contiene siete peticio- nes
a Dios Padre Las tres primeras, más teologales,
nos a- traen hacia Él, para su Gloria, pues es
lo propio del amor pensar primero en Él la
santificación de su Nombre, la venida de su
Reino, y la realización de su vo- luntad.
14Las cuatro últimas peticiones presen- tan al
Padre de Misericordia nues- tras miserias y
nuestras esperan- zas que nos alimente, que
nos perdone, que nos defienda ante la tentación
y nos libre del Maligno.
15Santificar el Nombre de Dios es una alabanza que
reconoce a Dios como Santo. Dios ha revelado su
santo Nombre a Moisés. Ha querido que su
pueblo le fuese consagrado como una nación santa
en la que Él habita.
16Santificar el Nombre de Dios es desear que la
consagración bautismal vivifique toda
nuestra vida. Es pedir que con nuestra vida y
nuestra oración, el Nombre de Dios sea
cono- cido y bendecido por to dos los hombres.
17La Iglesia invoca la venida final del Reino de
Dios, mediante el retorno de Cristo en la
gloria. La Iglesia ora también pa- ra que el
Reino de Dios crezca aquí ya desde
aho- ra. Gracias a la santificación de los
hombres por el Espí- ritu.
Al compromiso de éstos al servicio de la
justicia y la paz de acuerdo a las
bienaventuranzas.
18La voluntad del Padre es que todos los hombres
se salven. Para esto ha venido Jesús para
cumplir la voluntad salvífica del Padre. Le
pedimos al Padre que una nuestra voluntad a la de
su Hijo. Que su benevolente designio se realice
plena- mente en la tierra como en el cielo.
19Pedimos a Dios con confiado abandono el pan
cotidiano.
Reconocemos hasta que punto Dios es bueno,
más allá de toda bondad.
Le pedimos la gracia de saber obrar, de mo- do
que la solidaridad y la justicia permitan que la
abundancia de los unos cubra las necesidades de
los otros.
20La petición sobre el pan cotidiano se refie- re
igualmente al ham- bre de la Palabra de Dios. Se
refiere también al hambre del Cuerpo de Cristo
recibido en la Eucaristía y del Espíritu
Santo. Lo pedimos con una confianza
absoluta para hoy, el hoy de Dios y esto se nos
con- cede, sobre todo en la Eucaristía, que
an- ticipa el banquete del reino venidero.
21Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos
recono- cemos ante Él pecadores. Confesamos al
mismo tiempo su misericordia. Mediante los
sacramen- tos obtenemos la remi- sión de nuestros
pecados. Pero debemos antes per- donar.
22La misericordia penetra en nuestros
corazones sólo si también nosotros sabemos
perdonar. Incluso a nuestros ene- migos. El
corazón que se entrega al Espíritu Santo
puede hacerlo. Cambia la herida en compasión,
la ofensa en intercesión. El perdón participa de
la miseri- cordia divina.
23Pedimos a Dios Padre que no nos deje so- los y a
merced de la tentación. Pedimos al Espíritu
Santo saber discernir entre la prueba, que nos
hace crecer en el bien, y la tentación, que
conduce al pe- cado y a la muerte. Saber
discernir entre ser tentado y ceder a la
tentación. Esta petición nos une a Jesús que
venció la tentación con su oración. Pedimos
la gracia de la vigilancia y de la
perseveran- cia final.
24El mal designa a la persona de Satanás, que se
opone a Dios y es el seductor del mun- do
entero. La victoria sobre el diablo ya fue
alcanzada por Cristo. Pero oramos para que la
fa- milia humana sea liberada de Satanás y de sus
obras.
Pedimos el don precioso de la paz y la gracia de
la espera perseverante en el retorno de Cristo.
25Después, terminada la oración, dices Amén,
refrendando por medio de este Amén, que
significa Así sea, lo que con- tiene la oración
que Dios nos enseñó ( San Cirilo de Jeru salén
).
26Presentación en POWER-POINT realizada por
Violeta Vázquez para www.oracionesydevociones.in
fo