Title: Diapositiva 1
1 Octavo mandamiento No darás
falso testimonio ni mentirás
2Toda persona está lla- mada a la sinceirdad y a
la veracidad en el hacer y el hablar. Cada uno
tiene el de- ber de buscar la ver- dad y
adherirse a ella. En Jesucristo, la verdad de
Dios se ha manifestado íntegramente Él es la
verdad. Quien le sigue vive en el Espí- ritu de
la verdad y rechaza la doblez, la simulación y la
hipocresía.
3El cristiano debe dar testimonio de la ver- dad
evangélica en to- dos los campos de su actividad
pública y privada.
Incluso con el sacrificio, si es necesario, de su
propia vida. El martirio es el testimonio supremo
de la verdad de la fe.
4El octavo mandamiento prohibe El falso
testimonio, el per- jurio, la mentira, cuya
gravedad depende de la naturaleza de la verdad
que deforma, de las intenciones y de los daños
ocasionados. El juicio temerario, la
maledicencia, la di- famación y la calumnia, que
perjudican o destruyen la buena reputación y el
ho nor, a los que tiene derecho toda persona.
5El halago, la adulación o la complacencia, sobre
todo si están orientados a pecar gravemente o
para lograr ventajas ilícitas. Una culpa
cometida contra la verdad debe ser repara- da, si
ha causado daño a otro.
6El octavo mandamiento exige el respeto a la
verdad, acom- pañada de la discreción de
la caridad. En la comunicación y en la
infor- mación que deben valorar el bien personal
y común, la defensa dé la vida privada y el
peligro del escándalo. En la reserva de los
secretos profesionales, que han de ser siempre
guardados, salvo casos ex cepcionales y el
respeto a las confidencias he- chas bajo la
exigencia de secreto.
7La información a través de los medios de
comunicación social debe estar al servicio del
bien co- mún, y debe ser siempre veraz en el
contenido e íntegra, salvan- do la justicia y la
caridad.
Debe también expresarse de manera honesta y
conveniente, respe tando escrupulosamente
las leyes morales, los legítimos de- rechos y la
dignidad de las per- sonas.
8La verdad es bella por sí misma. supone el
esplendor de la belleza espiritual.
Existen numerosas for- mas de expresión de
la verdad, en particular en las obras
de arte. Son fruto de un talento donado por
Dios y del esfuerzo del hom- bre.
9 El arte sacro, para ser be- llo y
verdade- ro, debe evo- car y glorifi- car
el Miste- rio del Dios manifesta- do en Cristo.
Y llevar a la adoración y al amor de
Dios Creador y Salvador, excelsa Belleza de
Verdad y Amor.
10 Noveno mandamiento No consentirás
pensamientos ni deseos
impuros
11El noveno mandamiento exige vencer la
concupis- cencia carnal en los pen- samientos y
en los deseos. La lucha contra esta
con- cupiscencia supone la purificación del
corazón y la práctica de la virtud de la
templanza.
12El noveno mandamien- to prohíbe
consentir pensamientos y deseos relativos a
acciones prohibidas por el sex to mandamiento.
13El bautizado, con la gracia de Dios y luchando
contra los deseos desordenados, alcanza la pureza
del co- razón mediante la virtud y el don de la
castidad. La pureza de intención, la pureza de
la mirada exte- rior e interior, la discipli- na
de los sentimientos y de la imaginación y con la
o- ración.
14La pureza exige el pudor que, preser- vando la
intimidad de la persona, ex presa la de
licadeza de la castidad y regula las miradas y
gestos, en confor- midad con la dignidad de las
personas y con la relación que existe entre
ellas. El pudor libera del difundido erotismo y
mantiene alejado de cuanto favore- ce la
curiosidad morbosa. Requiere una purificación
del ambiente social, mediante la lucha contra la
per- misidad de las costumbres.
15 Décimo mandamiento No codiciarás los
bienes ajenos
16Este mandamiento exige una actitud interior de
respeto en relación con la propiedad a- jena y
prohibe la avaricia, el deseo desordenado de los
bie- nes de otros y la envidia, que consiste en
la tristeza experi- mentada ante los bienes
de otros y en el deseo de apro piarse de los
mismos.
17Jesús exige a sus discípulos que le antepongan a
Él res- pecto a todo y a todos. El
desprendimiento de las riquezas y el abandono
a la providencia de Dios, que nos libera de la
preocupa- ción del mañana.
La pobreza de corazón nos prepara para la
bienaventuranza de los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos (
Mateo 5,3 ).
18El mayor deseo del hombre es ver a Dios. Este es
el grito de todo su ser Quiero ver a
Dios. El hombre, en efecto, rea- liza su
verdadera y plena felicidad en la visión y
bie- naventuranza de Aquél que lo ha creado por
amor y lo atrae hacia sí en su in- finito amor.
19Presentación en POWER-POINT realizada por
Violeta Vázquez para www.oracionesydevociones.in
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