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IDENTIDAD Y MISI

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IDENTIDAD Y MISI N DEL SACERDOTE CABEZA Y CONSTRUCTOR DE LA COMUNI N * * Ra z de la misi n del sacerdote Ha sido escogido para estar en favor de los hombres en lo ... – PowerPoint PPT presentation

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Title: IDENTIDAD Y MISI


1
IDENTIDAD Y MISIÓN DEL SACERDOTE
  • CABEZA Y CONSTRUCTOR DE LA COMUNIÓN

2
Qué es el sacerdote?
  • Cuál es su identidad?

3
la epístola a los Hebreos nos traza una buena
pista al presentar la figura del sumo sacerdote
que culmina en Jesucristo
  • porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre
    los hombres y está puesto en favor de los hombres
    en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y
    sacrificios por los pecados (Hb 5,1).

4
Ante todo, pues, veremos que el sacerdote es
tomado. O, dicho de otro modo, es llamado. No se
llama él a sí mismo, no inventa él su camino. Su
identidad y misión nacen de una vocación.
5
  • En segundo lugar, habrá que reflexionar sobre el
    sentido y la finalidad de esa llamada. El
    sacerdote es tomado para ser puesto en favor de
    los hombres.
  • Pero no como puede serlo un ingeniero o un
    guardián del orden público. Él está para servir a
    los hombres en lo que se refiere a Dios.

6
Se trata de alguien que ha sido tomado de entre
los hombres. Un hombre como los demás, con las
grandezas y miserias de todo hombre.
7
  • Al considerar la distancia que separa la realidad
    humana de quien ha sido "tomado", y el ideal para
    el cual ha sido "puesto", entenderemos bien la
    necesidad de ayudarle eficazmente a formarse, y
    comprenderemos mejor la forma hacia la cual
    deberán tender todos sus esfuerzos, y los
    nuestros... hasta que Cristo tome forma
    definitiva en vosotros (Gal 4,19).

8
Llamado por Dios
  • Lo primero que debemos comprender y recordar
    siempre que pensamos en los candidatos al
    sacerdocio y en su formación sacerdotal es que
    han sido "tomados" por Dios. Ellos han llamado a
    las puertas del sacerdocio de modo consciente y
    libre, pero en realidad no están ahí por propia
    iniciativa. Nadie se apropia tal dignidad, sino
    el llamado por Dios (Hb 5,4).

9
La vocación no se hace, ni depende del gusto
propio, o de la propia sensibilidad. Tampoco
depende de la invitación o del ejemplo atrayente
de otros hombres. Ni se reduce a una jugada del
azar.
  • La vocación es una iniciativa de Dios es una
    llamada objetiva y real de Cristo. En cada uno de
    los que perciben la llamada al sacerdocio se
    repite la historia de aquellos discípulos a
    quienes Cristo afirmó de modo rotundo No me
    habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he
    elegido a vosotros (Jn 15,16). Efectivamente,
    algún día, de diversos modos, cada uno de ellos
    oyó una voz interior que le decía Sigueme (Mc
    10,21).

10
  • Toda la historia de la salvación habla de un
    misterioso modo de proceder divino Dios llama a
    Abrahán para fundar un pueblo nuevo llama a
    Moisés para liberar a Israel de las manos
    egipcias llama a los profetas para que sean
    heraldos de la verdad, testigos de la voluntad de
    Dios llama a María para ser Madre del Salvador.

11
  • Después Jesús de Nazaret, el Verbo Encarnado,
    llamó a unos cuantos hombres para que estuvieran
    con él y para enviarlos a predicar (Mc. 3,14). Y
    a lo largo de la historia del nuevo Pueblo de
    Dios, Cristo ha seguido escogiendo y llamando
    colaboradores que prolonguen su presencia
    salvadora en el mundo.

12
  • No es una elección funcional y fría. Es una
    declaración de amor . Cristo eligió a un grupo,
    con total libertad Llamó a los que él quiso
    (Mc 3,13). Y los escogió poniendo en ellos su
    mirada de amor. A aquel joven rico que cumplía
    los mandamientos pero quería algo más Jesús,
    fijando en él su mirada, le amó y le dijo Ven y
    sígueme (Mc. 10,21). A los que le siguieron
    hasta el final les declaró en el Cenáculo Como
    el Padre me amó, yo también os he amado a
    vosotros (Jn. 15,9). Aunque son sus discípulos,
    ya no les llama siervos, sino amigos
    (cf. Jn. 15,15).

13
  • Cuando Cristo se fija en un hombre para
    llamarlo a seguirle en el camino sacerdotal, le
    hace oír su voz a través de toda una serie de
    luces y reclamos que va dejando caer, gota a
    gota, silenciosa y amorosamente, en lo íntimo de
    su conciencia y de su corazón.

14
  • A veces una palabra dicha a un joven o una
    simple pregunta, una lectura o un buen testimonio
    le sirven a Dios, para insinuar su declaración de
    amor. Naturalmente, él, en su designio eterno,
    habrá pensado ya en la idoneidad del elegido en
    ese conjunto de cualidades necesarias para
    responder plenamente a la vocación.

15
  • La acogida oficial de la Iglesia pondrá un
    sello de garantía e invocará la fidelidad de Dios
    a sus promesas Dios que ha comenzado en ti la
    obra buena, él mismo la lleve a término

16
  • Pero esta declaración de amor requiere una
    respuesta de amor por parte del elegido. Dios al
    llamar respeta en su integridad al hombre. Dios
    habla claramente pero no acosa ni violenta. Él
    sugiere, crea inquietudes, prepara el alma del
    joven, llama suavemente, en lo más profundo de la
    conciencia, pero quiere que el alma responda con
    plena libertad y con amor auténtico.

17
Para qué quiere Dios un sacerdote que le sigue
obligatoriamente, "profesionalmente", pero sin
amor?
  • Por eso la conciencia de la vocación debe abrirse
    camino en el corazón del joven que la escucha,
    debe entrar en la profundidad del pensamiento,
    del sentimiento, de la voluntad del sujeto, para
    llegar a influir en su comportamiento moral
  • Cada vocación es un auténtico diálogo de amistad
    entre Cristo Redentor y un hombre que él, desde
    siempre y por amor, ha "tomado" de entre los
    hombres.

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Puesto en favor de los hombres...
  • Cuando Dios llama a un hombre lo hace para una
    misión específica, para pedir una colaboración
    determinada en sus designios de salvación.
  • Un servicio que tiene su propia especificidad en
    las cosas que se refieren a Dios, y que se
    realiza especialmente en el servicio sacramental.

19
Jesucristo intercede ante el Padre por sus
hermanos los hombres, y como Dios que es, trae
del cielo la salvación y la gracia. Jesucristo
es, pues, el Sacerdote de la Nueva Alianza.
  • único Mediador entre Dios y los hombres (1 Tm
    2,5 cf. Hb 8,6),

20
  • Los demás, todos los sacerdotes del nuevo Pueblo
    de Dios, no son sino prolongaciones de su único
    sacerdocio, del cual participan sacramentalmente,
    porque él así lo dispuso.

En el cenáculo les dio el poder de ofrecer el
sacrificio de su mismo cuerpo y sangre,
exactamente como él acababa de hacer y para
subrayar esa identificación les pidió Haced
esto en recuerdo mío (Lc 22,19).
21
  • Les dio el poder, más tarde, de perdonar los
    pecados, una facultad que sólo Dios podía
    atribuirse y que él había demostrado poseer al
    curar a un paralítico (cf. Lc 5,21-24).
  • Cuando encarga a Pedro el ministerio pastoral le
    deja bien claro que se trata de asumir y
    continuar el pastoreo del Maestro Apacienta mis
    corderos (Jn 21,17).

22
  • Cuando vivía sobre la tierra Jesús ofreció en sí
    mismo el rostro definitivo del presbítero,
    realizando un sacerdocio ministerial del que los
    apóstoles fueron los primeros en ser investidos.
    Sacerdocio que está destinado a durar, a
    reproducirse incesantemente en todos los períodos
    de la historia.

23
  • El presbítero del tercer milenio será el
    continuador de los presbíteros que, en los
    milenios precedentes, han animado la vida de la
    Iglesia. También hoy la vocación sacerdotal
    continuará siendo la llamada a vivir el único y
    permanente sacerdocio de Cristo.

24
  • La misión de Jesús de Nazaret se nos presenta
    como un prisma variado y precioso curó enfermos,
    predicó en sinagogas y plazas, perdonó los
    pecados de adúlteras y publícanos, transformó
    corazones egoístas, recriminó las desviaciones y
    los abusos de los falsos guías del pueblo, reunió
    y forjó un grupo íntimo de colaboradores... y,
    finalmente ofreció su propia vida como víctima
    de Redención. Pero, en realidad, todo nacía de
    una única profunda intención
  • ser glorificador del Padre y salvador de los
    hombres.

25
  • Como Cristo, el sacerdote tendrá que viajar,
    predicar, atender enfermos, ayudar a los
    necesitados, celebrar el culto divino, organizar
    y administrar... Pero sabe que, como Cristo, debe
    hacerlo todo, desde el acto más sublime de la
    celebración de la eucaristía hasta el más pequeño
    del resto del día, viviendo su vocación
    sacerdotal como salvador de las almas y
    glorificador de Dios, por Jesucristo, en
    Jesucristo y con Jesucristo.

26
Sacerdocio ministerial, carácter sacramental
  • Es cierto que todos los bautizados participan del
    sacerdocio de Cristo Vosotros sois linaje
    elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
    adquirido (1 Pe 2,9). Nos lo recordó claramente
    el Vaticano II. Pero el mismo Concilio anota que
    el sacerdocio común y el ministerial, aunque
    están ordenados uno al otro, son diferentes
    esencialmente y no sólo de grado

27
  • Porque el mismo Señor, con el fin de que los
    fieles formaran un solo cuerpo, en el que no
    todos los miembros desempeñan la misma función
    (cf. Rm. 12,4), de entre los mismos fieles
    instituyó a algunos por ministros, que en la
    sociedad de los creyentes poseyeran la sagrada
    potestad del orden.

28
  • Esa diferencia "esencial" es determinada por el
    carácter sacerdotal. Todo carácter sacramental
    hace que el proyecto que Dios elabora para una
    existencia humana no se quede simplemente en su
    voluntad, sino que, imborrable, se imprima en el
    ser íntimo de la persona. Así, este proyecto
    puede realizarse no como algo impuesto, sino
    desde el interior del cristiano. Gracias al
    carácter sacerdotal, la identidad del presbítero
    no es un trazado que lo configura desde fuera,
    sino una fuerza viva que se injerta en la
    intimidad de la persona haciéndose inseparable de
    su propio ser.

29
  • El signo que el carácter deja en el alma del
    sacerdote lo convierte en propiedad especial de
    Dios. Es de Dios y para Dios a título exclusivo.
    Queda compenetrado con Dios. Esto no sólo por el
    movimiento que lanza al hombre a Dios, sino
    también en cuanto que, en él, Dios sale al
    encuentro de la humanidad para salvarla.

30
Alter Christus
  • El carácter sacerdotal es signo, además, de
    configuración con Jesucristo. Por eso, cuando se
    dice que el sacerdote es alter Christus no se
    afirma que le representa por una delegación
    externa, sino que la figura de Cristo sacerdote
    ha sido impresa en su alma.

31
Pablo VI
  • No dudó en exclamar En virtud del sacramento
    del orden, os habéis hecho partícipes del
    sacerdocio de Cristo hasta tal extremo que
    vosotros no solamente representáis a Cristo, no
    sólo ejercéis su ministerio, sino que vivís a
    Cristo Cristo vive en vosotros

32
En su ser como en su actuar
  • Esta configuración abarca la persona del
    sacerdote tanto en su ser como en su actuar. El
    carácter marca al ministro para que pueda hacer
    las veces de Cristo y obrar in persona Christi,
    como cabeza
  • Podemos decir que por medio del sacerdote, Jesús
    renueva su sacrificio, perdona los pecados, y
    administra su gracia en los demás sacramentos
  • por medio del sacerdote sigue anunciándonos su
    Buena Nueva por medio del sacerdote sigue
    guiando y cuidando su propio rebaño

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Importancia decisiva
  • Esta verdad ha tenido siempre en la Iglesia una
    importancia decisiva. Si no tienes fe en esto (en
    el sacerdote), toda tu esperanza es vana. Si Dios
    no obra a través de él, tú no has sido bautizado,
    ni participas en los misterios, ni has sido
    bendecido es decir, no eres cristiano.

34
Raíz de la misión del sacerdote
  • Ha sido escogido para estar en favor de los
    hombres en lo que se refiere a Dios... como lo
    estuvo Cristo más aún, como prolongación viva
    del servicio de Cristo. El carácter ha sellado su
    ser configurándolo a Jesucristo, para que
    prolongue en su actuar la misión misma del
    Maestro.

35
Profeta, sacerdote y rey
  • La misión de Cristo es unitaria, pero se
    despliega en tres diversas y complementarias
    funciones la función de enseñar, la de ofrecer
    el culto y la de guiar al pueblo
  • También el sacerdote realiza, por tanto, su
    misión como profeta, sacerdote y rey.

36
Anuncio de la Buena Nueva
  • Jesucristo, en cuanto profeta, dedicó su
    ministerio al anuncio de la Buena Nueva (cf. Mc.
    1,39), y envió a sus discípulos a hacer otro
    tanto (cf. Lc. 9,6) ése fue su último encargo
    Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva
    a toda la creación (Mc. 16,15).
  • Desde entonces los discípulos comprendieron que
    eran "enviados", "apóstoles" de la Palabra que se
    había hecho carne. Entendieron que la
    consagración sacerdotal recibida en el cenáculo
    estaba inseparablemente unida a su deber
    evangelizador.

37
También hoy el sacerdote de Cristo se siente
apremiado por ese deber, y escucha en su interior
la exclamación de Pablo
  • Ay de mí si no predicara el Evangelio! (1 Co
    9,16). También él se sabe enviado, apóstol.
    Apóstol del Reino de Jesucristo en el mundo. La
    predicación y extensión del Reino de Cristo
    constituye el ideal que inspira, estimula, dirige
    y conforma todos sus actos. Su único anhelo que
    Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en
    el seno de los hogares, en la vida de la
    sociedad. Su amor al Reino, se concreta en su
    amor sincero a la Iglesia fundada por el Maestro,
    presencia y promesa a la vez del Reino de Cristo
  • Desde el momento en que el sacerdote palpa que
    Dios le encomienda esa misión, sabe que su vida
    queda definitivamente comprometida en ella.

38
  • El ímpetu del amor de Cristo a los hombres es una
    fuerza incontenible en el corazón sacerdotal. Es
    una pasión que unifica toda su vida. Por eso
    todo, aún una situación circunstancial o
    cualquier relación humana, le sirve de ocasión
    para anunciar a Cristo. No tiene tiempo para sí
    ni para perder. La misión le urge. Es consciente
    de que las almas fueron compradas al precio de la
    sangre de Cristo. Esto, para el sacerdote que de
    verdad ama a Cristo y está identificado
    plenamente con él y con la misión profética que
    él le ha encomendado, no es retórica, sino una
    vivencia profundamente existencial.

39
Su misión profética no podía separarse de su
función sacramental.
  • La función sacerdotal de Jesucristo, culminada al
    ofrecerse a sí mismo como Víctima Pascual (cf. 1
    Co. 5,7), es prolongada también por el ministerio
    sacerdotal. Los primeros sacerdotes de la Nueva
    Alianza, a quienes el Maestro confió sus
    sacramentos (cf. Lc. 22,19 Jn. 20,23),
    comprendieron que su misión profética no podía
    separarse de su función sacramental.

40
Por eso los miembros de la primera comunidad
  • Acudían asiduamente a la enseñanza de los
    apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y
    a las oraciones (Hch 2,42).
  • Lo que el sacerdote anuncia, lo celebra y realiza
    en la liturgia, especialmente cuando confecciona
    el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo
    y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios.

41
La salvación en Cristo predicada sin descanso es
actualizada en el perdón de los pecados y en los
demás sacramentos.
  • El sacerdote sabe que no es un simple
    "funcionario" de lo sagrado, sino ministro y
    dispensador de los misterios de Dios (1 Co 4,1).
    Cuando celebra los sacramentos lo hace, no como
    quien ha recibido un encargo que le es, en el
    fondo, ajeno sino como quien realiza una acción
    para la cual ha quedado configurado su mismo ser.
    Al ofrecer el sacrificio del altar sabe que debe
    ofrecerse a sí mismo junto con él y ese
    ofrecimiento determina el tono de su oblación
    total, a lo largo de los quehaceres de cada
    Jornada.

42
El sacerdote es también pastor.
  • Su participación en la función real de Cristo le
    lleva a identificarse plenamente con el Buen
    Pastor (cf. Jn 10,11-16). Por la unción y el
    mandato apostólico queda instituido como guía de
    una porción del rebaño de Cristo rebaño que él
    convoca, preside, dirige, une y organiza en el
    nombre de Jesús.

43
La caridad.
  • Eso implica que ha sido llamado a ejercer una
    autoridad. Pero su autoridad no es otra que la
    del Hijo del hombre que no vino para ser
    servido, sino para servir (Mt 20,28). El oficio
    de pastor pide corazón de pastor. La virtud más
    importante del buen pastor la misma del Buen
    Pastor la caridad.

44
  • El presbítero, a imagen del Buen Pastor, está
    llamado a ser hombre de la misericordia y la
    compasión, cercano a su pueblo y servidor de
    todos, particularmente de los que sufren grandes
    necesidades. La caridad pastoral, fuente de la
    espiritualidad sacerdotal, anima y unifica su
    vida y ministerio. Consciente de sus
    limitaciones, valora la pastoral orgánica y se
    inserta con gusto en su presbiterio. (D.A. 198)

45
  • El sacerdote debe ser hombre de oración, maduro
    en su elección de vida por Dios, hacer uso de los
    medios de perseverancia, como el sacramento de la
    confesión, la devoción a la Santísima Virgen, la
    mortificación y la entrega apasionada a su misión
    pastoral. (D.A. 195)

46
Puesto que Dios es amor
  • Con la ordenación se confiere al joven una gracia
    especial de caridad, porque la vida del sacerdote
    tiene sentido sólo como actuación de esa virtud.
    Los cristianos esperan del sacerdote que sea
    hombre de Dios y hombre de caridad. Puesto que
    Dios es amor, el sacerdote nunca podrá separar el
    servicio de Dios del amor a los hermanos el
    sacerdote, al comprometerse en el servicio del
    reino de Dios, se empeña en el camino de la
    caridad

47
La caridad, atributo esencial del mismo Dios
(cf. 1 Jn. 4,8) viene a ser como el
alma del sacerdocio que lo representa entre los
hombres.
  • Pero el amor florece solamente en el terreno de
    la humildad. Sin ella la autoridad dejará de ser
    servicio, ministerio. El corazón soberbio
    dondequiera que esté colocado es ruin,
    recalcitrante, amargo, cruel. Un sacerdote
    soberbio es una antítesis del Cristo evangélico
    no acerca, sino que aun sin percibirlo, aleja a
    las almas de Dios.
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