Title: Quiero, Dios m
1Quiero, Dios mío, quererte
2Quiero, Dios mío, quererte
3Quiero, Dios mío, quererte mientras se mueve mi
ser al vaivén de las horas y el tiempo es
tempero abierto para cuando llegue la
tarde, instante que será pasar, de golpe, los
días e ir derechamente más allá de las
estrellas a donde Tú habitas rodeado de ángeles
y arcángeles cantores que rasgando laúdes de luz
entonan el santo, santo, santo, por toda la
eternidad.
4Quiero, Dios mío, quererte, a pesar de los
avatares de mi vida, huérfana a veces del amor
que te es debido, y en caudal de lágrimas
cautivas lavar el remordimiento y las penas por
haber tantas veces pecado, tantas veces
plagiado, la luz del día y tirarla a los
ríos que no reflejan, por turbios, el fulgor de
las estrellas.
5Quiero, Dios mío quererte, desde la aurora al
ocaso, en la noche y por siempre, y volar cual
los pájaros juglares al seguro de las ramas del
árbol perenne de la Vida para seguir ensayando en
la noche y también de madrugada, al compás del
vuelo invisible de tus ángeles y arcángeles, el
santo, santo, santo, en pentagramas celestes.
6Quiero, Dios mío, quererte, con mi alegría y mi
llanto con mi amor y desamor y con la inmaterial
desnudez de mi alma al vaivén de la esperanza
y a pesar de tanto desacato, que mis ojos
guarden siempre la luz que en ellos copiosamente
sembraste cuando me hiciste molécula incipiente
de vida no sé en qué lugar de tus cósmicas
galaxias.
7Quiero, Dios mío, quererte, en la vida y en la
muerte, antes que la tarde llegue ahora y por
siempre, y recrear en mi ser la inocencia que en
los ángeles pusiste y también en el corazón del
alma amasada a la luz de los luceros en la
noche luminosa de la vida tatuada de
eternidad, y así poderte cantar sin fin con tus
ángeles y arcángeles cantores, el santo, santo,
santo, por toda la eternidad.
Juan Manuel del Río
8Quiero, Dios mío, quererte mientras se mueve mi
ser al vaivén de las horas y el tiempo es
tempero abierto para cuando llegue la
tarde, instante que será pasar, de golpe, los
días e ir derechamente más allá de las
estrellas a donde Tú habitas rodeado de ángeles
y arcángeles cantores que rasgando laúdes de luz
entonan el santo, santo, santo, por toda la
eternidad. Quiero, Dios mío, quererte, a pesar
de los avatares de mi vida, huérfana a veces del
amor que te es debido, y en caudal de lágrimas
cautivas lavar el remordimiento y las penas por
haber tantas veces pecado, tantas veces
plagiado, la luz del día y tirarla a los ríos que
no reflejan, por turbios, el fulgor de las
estrellas.
Quiero, Dios mío quererte, desde la aurora al
ocaso, en lo noche y por siempre, y volar cual
los pájaros juglares al seguro de las ramas del
árbol perenne de la Vida para seguir ensayando en
la noche y también de madrugada, al compás del
vuelo invisible de tus ángeles y arcángeles el
santo, santo, santo, en pentagramas
celestes. Quiero, Dios mío, quererte, con mi
alegría y mi llanto con mi amor y desamor y con
la inmaterial desnudez de mi alma al vaivén de la
esperanza y a pesar de tanto desacato, que mis
ojos guarden siempre la luz que en ellos
copiosamente sembraste cuando me hiciste molécula
incipiente de vida no sé en qué lugar de tus
cósmicas galaxias.
Quiero, Dios mío, quererte, en la vida y en la
muerte, antes que la tarde llegue ahora y por
siempre, y recrear en mi ser la inocencia que en
los ángeles pusiste y también en el corazón del
alma amasada a la luz de los luceros en la
noche luminosa de la vida tatuada de
eternidad, y así poderte cantar sin fin con tus
ángeles y arcángeles cantores, el santo, santo,
santo, por toda la eternidad. Juan Manuel
del Río